Hoy
una amiga me pide escribir sobre cuando nos conocimos, ya que a ella
le parece que fue mágico. Pero las casualidades no existen, sino
causa y efecto.
Sucedió
que, hace unos años, una conocida me explicó que conocía a otra
persona que se parecía un poco a mí, porque las dos teníamos en
común que soñábamos sueños especiales. Así que quedamos una
tarde para que me la presentara. En un parque de nuestro barrio fue
el encuentro, pues esta señora tenía un niño pequeño y por las
tardes lo llevaba al parque a jugar. Nada más verla, comprendí que
no era la primera vez que la veía, no porque viviese en mi mismo
barrio, sino porque yo había soñado muchas veces con ella. Y en ese
mismo instante, tenía unas inmensas ganas de abrazarla, como si
estuviese viendo a una hermana que hace muchos años que no veía, y
ahora me la encontraba de nuevo. Ella me sonrió nada más verme, y
las dos sentimos lo mismo: un escalofrío nos recorrió todo el
cuerpo. Y ahora voy a contaros lo que percibieron mis ojos en ese
instante. Estaba delante de una señora de baja estatura, de cabellos
largos rojos, delgada, que me acariciaba el cabello. Y entonces
escuché su voz: “¿Te quieres estar quieta? ¡Déjame que te
peine!” Entonces me miré las manos y los pies, yo ya no estaba en
el parque; estaba dentro de un río, los pies mojados, y mi cabello
rojizo como una panocha es lo que aquella señora intentaba
desenredar y peinar. La miré a los ojos, y había tanto amor en
ellos, que llegó hasta mi alma: era mi hermana. Unos segundos
después volví a estar otra vez en el parque. Le expliqué lo que me
había sucedido, y ella dijo que había percibido algo igual. Empezó
a hacerme preguntas, y yo a contestarlas. Nuestra conexión fue
mágica. Y una inmensa amistad empezó a crecer desde entonces. Hoy
es una de mis mejores amigas, digo una, porque tengo algunas
espirituales de otro mundo, y otras humanas, que voy conociendo con
el paso del tiempo. Pero mi amiga pelirroja sé que es mi hermana,
para lo bueno y para lo malo. Y sé que el universo nos ha juntado
otra vez en esta vida. Un beso para todas las hermanas espirituales.